martes, 18 de noviembre de 2008

La Bohemia: Ganadora de la Fiesta Provincial de Teatro 2008

Ojos que no ven, corazón que gana

La obra “La bohemia”, sobre dos ciegos que quieren fundar un club, representará a Mendoza en la Fiesta Nacional, mientras que “El elixir del amor” y “La muchacha de los libros usados” pasan a la instancia Regional.

Por Analía de la Llana y Patricia Slukich

Con doce obras que pudieron verse en distintas salas y teatros de la provincia -desde el miércoles pasado hasta el domingo- el público mendocino tuvo la posibilidad de disfrutar a pleno de variadas propuestas de balance parejo, entre las que se destacó “La bohemia”, ganadora del primer puesto, del elenco Lluvia de Cenizas; con texto de Sergio Boris y dirección de Lucas Olmedo.

La obra será la encargada de representar a Mendoza en la Fiesta Nacional del Teatro a realizarse en Resistencia, Chaco, el mes de abril.

Por su parte, en orden de mérito, otras dos puestas fueron las seleccionadas para la presentación en la Fiesta Regional del Teatro de Nuevo Cuyo: “El elixir del amor”, con Guillermo Troncoso y dirección de la titiritera Gabriela Céspedes; y “La muchacha de los libros usados”, de El Enko Compañía Teatral, dirigida por Juan Comotti.

En calidad de suplentes quedaron: “Subte”, del elenco Viceversa y dirección de Walter Neira; y “Aria” de El Árbol Danza Teatro, conducido por Vilma Rúpolo.

El jurado, estuvo formado por Gabriel Arias, Darío Anís (integrantes del Jurado Regional), Patricia Monserrat Rodríguez (integrante del Jurado de la Región NOA por el Instituto Nacional de Teatro), Gonzalo Marull (en representación de la Secretaría de Cultura) y Marcos Juárez (representante de Critea).

Puertas adentro

“La bohemia” cuenta la historia de dos ciegos que planean armar un club de barrio para personas de su condición.

Lejos de instalarse en la anécdota, Sergio Boris (autor de la pieza), crea un universo cerrado, denso, oscuro y un tanto perverso en el que estos dos personajes, junto a un tercero (que llega a inscribirse en el mencionado club que, obviamente, no existe), pulsan las cuerdas de relaciones humanas trazadas por la incapacidad o el desarrollo de otras aptitudes diferentes.

Humor, drama, ironía e incluso tragedia se carean en esta pieza, de la mano de actuaciones dignas de los aplausos: Alfredo Zenobi, Darío Martínez y Guillermo Troncoso no sólo ponen su cuerpo al servicio de las expresividad sino que, a través de las sutilezas interpretativas, generan tipos/caracteres que impactan en la identificación del público (para la adhesión o el rechazo).

La puesta en escena, conducida por Lucas Olmedo, centra su norte en la figura de los actores.

Sin embargo tanto escenografía como vestuario, utilería, sonido e iluminación componen este constructo físico-temporal preciso en el que puedan discurrir los personajes. Lujitos semióticos (como el fuera de campo típico del cine para generar el suspenso) se lucen en esta mirada directriz.

El nombre de Guillermo Troncoso también se luce en la otra ganadora (que resultó en 2° lugar en este certamen provincial). Es que es el ideólogo de la preciosa y poética “El elixir del amor”, una obra que comulga con los preceptos de la Commedia Dell’Arte y la farsa (técnicas que Troncoso conoce al dedillo), y que integra a ellas la presencia de los títeres de mesa.

“El elixir...” cuenta la historia de un joven tan tímido que no se atreve a abordar a la chica más linda del pueblo. Pero, un buen día, llega un vendedor ambulante ofreciendo una poción mágica que, asegura, la dejará rendida a los pies del muchacho.

Con esta simplísima trama (adaptación de la ópera bufa “L'elisir d'amore”, que Gaetano Donizzetti creara en 1832), Guillermo Troncoso y Gabriela Céspedes (encargada de la dirección) componen una obra intimista, cálida y bien ajustada (en la interacción entre títeres y el actor en escena que es el propio Troncoso) que se vale de la picaresca (típica del género) para extraer de la fábula sus mejores notas.

Los textos de Arístides Vargas tienen, en sí, un valor literario trascendente. Su poética realista y mágica a un tiempo (en la que el tiempo es una suerte de lapso inacabado y errático y el espacio un área aislada de coordenadas visibles) impregna todas y cada una de obras.

Y, por supuesto, este es también el caso de “La muchacha de los libros usados”, que en esta ocasión llegó al festival de la mano de El Enko Cía. Teatral y la dirección de Juan Comotti.

Como sucede con, por ejemplo, “Jardín de pulpos”, la historia de esta obra se centra en una ciudad latinoamericana (pero, a la vez, indefinida, imposible de encuadrar en una u otra geografía) en la que varios personajes trenzan sus fatales destinos. “Una muchacha es vendida por su padre a un militar, hombre de objetivos puntuales y obsesionado por el deber -anuncia el programa-. Firmado el contrato, la muchacha deja la casa familiar para mudarse al cuartel.

Huye y termina en un hospital tras ser atropellada. Ahora su domicilio será el hospital donde reconocerá otra forma de violencia y represión. A partir de esta última experiencia, la protagonista pasará a engrosar las filas de las mujeres ‘casadas’”.

Los inevitables aires de Rulfo y García Márquez navegan en esta puesta que tiene como protagonistas a Valeria Portillo, Marina Candolino, Andrea Cortés, Diana Moyano, Rolando Orduño, Jerónimo Miranda, Gustavo Cano, Marcelo Díaz y Sebastián Panella.

Una vez más Mendoza eligió sus representantes. Una vez más el jurado se vio en la difícil tarea de elegir entre espectáculos difíciles de evaluar entre sí (en el sentido de que los códigos de uno y otro género son diferentes y particulares). Una vez más el público local y los artistas
apuraron los aires inéditos del festejo. Una vez más Mendoza tiene dignísimas embajadoras.