
La Satisfacción del dueño es el paraíso del señor. Nuestros oídos tiemblan como un arpa, al son de la orden. Sentados y tapiados están nuestros labios todo el tiempo. Excepto para decir:
"No señor. En seguida señor. Cierto señor. Quédese tranquilo, yo no he visto nada...señor"
"No señor. En seguida señor. Cierto señor. Quédese tranquilo, yo no he visto nada...señor"
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