viernes, 12 de junio de 2009

Critica de AINCRIT a LA BOHEMIA

La Bohemia (Mendoza)

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La ceguera como dotación del ser humano y no como privación

El elenco mendocino Lluvia de Cenizas puso en escena La Bohemia, de Sergio Boris, en el marco de la Fiesta Nacional del Teatro en Chaco. Obra que recibiera el Primer Premio de Dramaturgia Nacional del Fondo Nacional de las Artes en 1998 y fuera estrenada en 2001 por un elenco porteño, en donde interviniera el propio autor también como actor.
En esta ocasión, la puesta mendocina responde a una cuidada estética realista acorde con el universo ficticio propuesto en el texto dramático. Su escenografía representa el interior de una vivienda modesta (compuesto por biblioteca, dormitorio con cama cucheta, cocina-comedor, pasillo hacia zonas más privadas), en donde la puerta que da a un patio compartido con gente vecina jugará un papel importante, pues será punto de contacto con el exterior de donde surgirá la sorpresa. Los vestuarios de los personajes, en concordancia con la estética realista, dan indicio de un clima invernal.
En la dramaturgia de Boris se plantea la convivencia rutinaria, hastiada e intolerante, de dos ciegos (Sosa, con ceguera de nacimiento; Romero, desde hace quince años) que pelean por rehabilitar en el barrio un club para no videntes. La visita de un ciego reciente (el joven Ibáñez) –quien recurre a ellos para integrarse al supuesto club y aprender a leer por el método Braille –, los ilusiona por un instante y les despierta celos, pulsiones y deseos insatisfechos. Hechos que desembocan luego en un trágico final.
La ceguera es planteada en el texto dramático, tanto como en la puesta y dirección, como una “dotación” humana y no como “privación” de la capacidad de ver. Con absoluta naturalidad y respeto, y no apuntando a la extrañeza, a la victimización ni a la búsqueda de compasión. Cuestiones que se revelan en permanentes diálogos, gags y gestos de los personajes en los que predominan el humor –muchas veces negro– y la ironía. Los personajes se ríen de sí mismos (“Brindemos… mirándose a los ojos”, dice Sosa, por ejemplo), tomando a la ceguera como fortaleza y no como debilidad (“Hay que recuperar la sangre que succiona en la ceguera”, repetirá con ilusión Ibáñez).
En la iluminación prevalecen los claroscuros, para generar el efecto de una atmósfera de encierro y a veces un tanto tétrica. De fondo aparece, en determinados momentos del comienzo y final de la obra, la canción La Bohème de Charles Aznavour, que predispone al espectador de manera especial.
Lo interesante de esta propuesta es que –lejos de tratar a la ceguera como incapacidad del ser humano que busca la compasión – apunta más allá de la historia lineal visible construida en escena. Apunta a una mirada sobre la angustia y el vacío existencial propios de la condición humana, a causa de la indiferencia, la soledad, la carencia de afecto, amor y reconocimiento social.
Gran desafío implicó para los actores asimilar con verosimilitud gestos y desenvolvimiento de personas reales no videntes. Sin embargo, salvo ínfimos detalles, Alfredo Zenobi, Guillermo Troncoso, Darío Martínez lo logran formidablemente. Tanto que el espectador se olvida de que está viendo a personajes ciegos, pues precisamente, se deja seducir por la composición y desplantes de los personajes, y el entramado de situaciones graciosas y patéticas que van construyendo a lo largo de la obra.


Mirna Capetinich
Chaco
Ficha Técnica:
Compañía: Lluvia de Cenizas
Procedencia: Mendoza
Obra: La Bohemia
Autoría: Sergio Boris
Actores: Alfredo Zenobi, Guillermo Troncoso, Darío Martínez
Técnica escenográfica: Lucas Queno
Director Asistente: Eugenio Schcolnicov
Vestuario: Guadalupe Rodríguez Catón
Dirección: Lucas Olmedo
Duración: 50’
Sala: Galatea
Fecha: 29-3-09

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