martes, 22 de enero de 2008

Cámara en Ristre. Pronto en Buenos Aires

“Cámara en Ristre”

De Lucas Olmedo



Escena 1

Son Hermanos. Ignacio, es el mayor un adolescente de unos 18 años, vestido medio Hard core, que está concentrado con los jueguitos del Play Station. Tiene sueño; se le nota en los ojos. Pero se divierte chocando. Están en la penumbra, iluminados con la luz de la tele. El juego, para los que les interese, es el Out Run, un juego de autos en donde una de las cosas más divertidas es chocar.

Nicolás, el hijo más chico, viene de la habitación, está con un malhumor infernal, tiene en una mano un casco de moto y en la otra una barra de cereal. Mira a su hermano.

Ignacio le pone pausa al play.

Pausa.

Nicolás: No quiere ingerir nada.

Ignacio: Dejala descansar.

Nicolás: ¡Pero no se amansa! Cuando me acerco cogotea, me rechaza.

Ignacio: A lo mejor tiene miedo

Nicolás: ¿Miedo de qué? ¿De mi? ¡Si le puse de todo para que coma! ¡De todo! Le puse Cereal, agua, pasto, hasta la última Rodesia que me quedaba. ¡Todo!

Pausa

Nicolás: Esto puede seguir así. Estoy en una mala racha. Estoy perdiendo todo. ¿Tenés una moneda? Hagamos cara o seca, vas a ver…

Silencio

Ignacio quita la pausa del juego. Nicolás se pone el casco, va hacia el camastro y sienta con el casco puesto, respira cansado y mira a Ignacio.

Silencio. Ignacio lo mira un par de veces, dudoso. Finalmente le pone pausa al play.

Ignacio: ¿Qué pasa? ¿Vas a estar todo el día enojado, delantero? ¡Atacante!

Nicolás: Estoy deprimido. (Pausa) La vida es amargura pura.

Ignacio: ¿Qué?

Nicolás: …Menos mal que no fuiste, menos mal que no fue nadie.

Ignacio: ¿De que me hablás ahora?

Nicolás: Del partido hablo. Del partido que también perdí.

Ignacio: ¿Uh vas a volver con eso? (Por el juego) Lo dejo en pausa si querés

Nicolás: (Duda) ¿No te enojás si te lo cuento una vez más? Sabés que me hace bien. Derivo la pena.

Ignacio: Dale pero sacate el casco que te ves horrible.

Nicolás: No…

Ignacio: Sacate el casco Nicolás

Nicolás: No, me queda bárbaro, me gusta

Ignacio: (Estalla) ¡Sacate el casco por el amor de Dios!

Nicolás se lo quita

Ignacio: Nadie anda por la vida con casco.

Nicolás: Acá deberían. Esta es zona de derrumbes.

Ignacio: Los derrumbes son en el glaciar, nada que ver. Acá estamos lejos.

Nicolás: ¿Y si alquiláramos una moto?

Ignacio: Ya te dije que no. Dijimos que una bici íbamos a alquilar.

Nicolás: Eso es una mariconada y lo sabés. Andar en bici. Yo mataría por tener una moto. Por ser un futbolista con moto. Sentir como un par de brazos me rodean la cintura. Debe ser lindo, ¿no? Ser chico-moto.

Ignacio: Dale chico-moto. ¿Querés ser como Nicolás Cage, el motorista fantasma?

Nicolás: No. Nicolás Cage es pelado. Yo quiero nada más tener pelos y andar en moto. Dormir en la moto, y si se puede también jugar al fútbol en moto...

Ignacio: Ser motoquero.

Nicolás: ...Si y patinar en la lluvia y hacer infracciones

Ignacio: Como las que hacés en el fútbol, eh ¿Me vas a contar del partido?

Nicolás: Faltaban dos minutos...

Ignacio: Ayer eran cinco.

Nicolás: No, dos minutos, faltaban dos minutos. Se la había dejado servida, se la había pasado entre dos defensores. Dos defensores enormes y rígidos como gigantes de hierro. Si lo hacía, te digo, era golazo mal... y nos llevábamos el tercer puesto. Tenía que empujarla nada más, empujarla. Pero quiso pegarle tres dedos y la mando al banderín del corner. Pegó en el banderín y salió al saque de arco. El arquero le pegó fuerte. Contraataque. Pique largo y gol contrario. Le pegó de puntín. Aseguró. Y revoleó la siete.

Ignacio: La ironía dramática del fútbol.

Nicolás: De qué me hablás ¡No sabés las ganas de cortarle las bolas a Matías que me dieron!

(Pausa)

Porque claro, como salimos cuartos no nos dieron las medallas, Nos dieron un certificado así y así de pedorro.

El otro equipo no paraba de gritarnos: ¡Vayan a tomar la leche, mantequitas!

Yo le dije a Mati: “Mejor que te dediques al tenis nene… como tu hermano”.

Ignacio: ¿Y qué te dijo?

Nicolás: Qué se yo…yo me recalenté, me fui corriendo hasta el camarín, abrí la ducha fría y me quedé ahí, abajo del agua helada, sin siquiera sacarme la ropa. Tenía todo el cuerpo embarrado. Con la mano embarrada le empecé a pegar piñas al azulejo blanco que de a poco se teñía de rojo y con el agua volvía a ser blanco.

Ignacio: ¿Y te dolió?

Nicolás: Ajá... Me hice mierda el dedo del medio y ahí me distraje. Me encontró el director técnico que me había venido a buscar.

Ignacio: ¿Qué te dijo?

Nicolás: “Pero, nene ¿estás enfermo vos? ¿Cómo te pegás así?” Me sacó del equipo.... y me mandó a un psicólogo.

Pausa

Ignacio: (Tratando de levantar el ánimo evidentemente alicaído de Nico) No, pero no lo habrá dicho en serio.

Nicolás: Sí. Si por poco llama a mamá...

Pausa

Nicolás: Metió la pata.

Pausa

Ignacio: ¿Y ahora?

Nicolás: Y ahora mamá no está…

Ignacio: No, digo si ahora... todavía querés ser futbolista. Taponear, ir a la canilla.

Nicolás: No. Ahora no.

Ignacio: ¿Pegar un planchazo... una paralítica?

Nicolás: Sí... bah... no.

Ignacio: ¿En qué quedamos?

Nicolás: Quiero tener moto. Y hacer películas como la que vimos anoche en el hotel

Ignacio: ¿Cuál que vimos anoche?

Nicolás: La que dieron por… Europa... Europa ¿Cómo es el canal?

Ignacio: ¿Cuál, la de los travestis? (riendo) ¿Querés ser Como Fassbinder?

Nicolás: Sí. Quiero ser como Fassbinder y hacer películas de travestis.



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